¿Conocen a Pancho, cierto? Nuestros huéspedes, quienes lo conocen en persona, opinan que es muy cariñoso. Pero no siempre fue así.
Encontramos a Panchito en un criadero (lo sé, no estamos orgullosos), fueron 5 hermanitos y hermanitas. Jochen siempre pensó que tener dos perritos sería mejor que uno, para que jueguen juntos, así que fui sola a verlos y elegí dos: un macho y una hembra, pero no podía llevarlos en ese momento. En la siguiente visita Jochen fue conmigo, resulta que de los dos que habíamos elegido, solo el macho se interesaba por nosotros y... Otra hembra, que no era la que yo había elegido, entonces cambiamos de opinión y elegimos a la hembra que en realidad nos había elegido a nosotros: Sancha.
Pudimos obtener a Panchito y Sanchita cuando tenían 3 meses y justo en Año Nuevo del 2,018. Nueva casa y nuevos dueños, ellos no se sentían totalmente cómodos y en la noche... ¡La guerra! Fuegos artificiales y muchísimo ruido, Panchito desarrolló un pavor a los sonidos fuertes, sin embargo Sanchita tenía un espíritu muy fuerte y las celebraciones de Año Nuevo no la asustaron.
Los llevábamos a todas partes y, como vivíamos en Panajachel, era fácil. Los cachorros eran la sensación del momento, ¿a quién no le gusta los perritos bebés? Pero notamos que Panchito no era muy sociable, mientras los humanos y otros perritos estábamos reunidos muy cerca, Panchito se mantenía alejado, donde podía vernos, pero de lejos.
Luego nos mudamos a Tzununá y ya ni Pancho ni nosotros teníamos que preocuparnos por socializar, éramos nuevos en el pueblo y teníamos un gran proyecto por delante, lo último en nuestras mentes era hacer amigos. Aquí fue cuando Panchito empezó a recuperar su confianza en los humanos porque estaba todo el tiempo con nosotros, sin correa, sin nadie que pudiera distraer nuestra atención hacia él y Sanchita.
Y ahora, ¿Por qué Sacha no aparece en casi ninguna foto de nuestras redes? Sanchita era hermosísima, tenía un cabello muy lindo y suave, que parecía que se había hecho mechitas y su personalidad: toda una princesa y nosotros sus esclavos (con mucho gusto).
Después de un poco más de un año viviendo en Tzununá, los perritos cumplieron dos años y al poco tiempo fue mi cumpleaños. Un cumpleaños que nunca olvidaré. Ya estaba yo con una crisis de la edad, aquella edad donde ya saber que no has logrado lo que escribiste en tu plan de vida en la escuela y que tu actual tu no tiene nada que ver con ese plan, todo te cala y entras en crisis por un momento, un día o un siglo. Ni modo, el tiempo pasa.
Ese mismo día Sanchita ingirió veneno y murió, fue muy duro para nosotros e incluso hoy me salen lágrimas de vez en cuando al recordarla. Hicimos todo lo que pudimos, justo unos meses antes habíamos comprado medicina para estos casos. Murió a mitad del camino al veterinario, a mitad del Lago, a mitad de la noche.
Panchito estaba devastado, subía a la cama en la madrugada para preguntarnos qué estaba pasando, nos lamía el rostro durante 15 minutos sin que nosotros pudiéramos defendernos, le coloqué un saquito de lavanda en el collar y eso lo ayudó bastante pero no totalmente.
Quisimos dejar un tiempo prudente para encontrar a una nueva compañera para Pancho pero él no se recuperaba y así vino Negrita a nuestras vidas: a curarnos a todos. Aún hoy, Panchito visita a Sancha ocasionalmente (Sanchita está enterrada en El Picnic). Tiene a Negrita que juega con él y lo molesta muchísimo, y Panchito como todo buen caballero, le tiene paciencia. No sé cómo explicarles lo mucho que Pancho ha cambiado y lo mucho que me pone orgullosa cada día con su personalidad, tan amoroso, tan obediente, tan noble y amable.
"Yo sólo regreso por Panchito, me tiene enamorada". - Katherine.
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