He querido contar nuestra historia y qué mejor lugar que nuestro Blog para hacerlo.
Mi nombre es Gaby, soy una mujer guatemalteca con sueños como muchas. Desde pequeña sabía la profesión que tendría: arquitecta. Con mucho esfuerzo, dedicación y apoyo de mi familia lo logré, pero no tenía idea hasta dónde me llevaría. Hace unos años participé en el primer taller específico sobre lo que quería fuera mi especialización, Construcción Natural. En este curso conocí a Jochen.
Jochen es un ingeniero que decidió que necesitaba un cambio. ¡Vaya pequeño cambio! Se mudó a ‘’tan solo’’ 9,000 kilómetros de su ciudad natal sin hablar más de 5 palabras de español.
Juntos emprendimos este viaje desde el inicio, con altos y bajos, pero siempre con mucha motivación. Jochen traía la idea y yo sabía cómo llevarla a cabo en Guatemala. Tuvimos el apoyo de muchos amigos, Jochen aprendió español en 6 meses y tardamos un año en finalmente decidirnos dónde construir nuestro hogar. Es gracioso que el lugar que elegimos es el mismo pueblo donde nos conocimos: Tzununá.
Cuando finalmente encontramos el lugar perfecto, decidimos que no podíamos esperar, debíamos mudarnos. Dormimos en una tienda de acampar durante tres meses en época lluviosa, con dos cachorritos que querían dormir con nosotros. Se nos arruinaron algunas cosas por la lluvia, porque no teníamos dónde resguardarlas. ¡Ha sido la mayor y mejor aventura!
Teniendo conocimientos y experiencia en construcción fue fácil para ambos visualizar cómo sería todo, la montaña fue diciéndonos con el tiempo cuáles eran los mejores lugares para hacer realidad lo que estaba en nuestras mentes.
Lo más difícil de todo hasta ahora ha sido obtener electricidad, este proceso provocó frustraciones, llanto y
requirió de mucha paciencia y temple. 14 largos meses de trabajar en la construcción con planta eléctrica, contacto con vecinos, llamadas diarias a la empresa eléctrica, incontables fotocopias y trámites. Obviamente no nos dormimos mientras esperábamos la conexión de electricidad, para cuando hicieron la conexión, nosotros ya habíamos instalado todas las lámparas y tomacorrientes.
Abrimos a finales de diciembre del año pasado, en marzo nos tocó cerrar por la pandemia. 2 años de construcción para 2 meses de estar abiertos y hasta ahora 6 meses de cierre temporal. Podría sonar un poco deprimente, pero no, no lo es. En realidad, hemos aprendido mucho de esta pandemia y hemos aprovechado el tiempo al máximo: construimos dos nuevas tiendas (la segunda aún por terminar), trabajamos el jardín, jugamos a ser los huéspedes y juzgar qué hace falta o qué sobra, hacemos mantenimiento a las construcciones que ya teníamos, obtuvimos gallinas. En resumen: estamos mejorando el PICNIC.
Nuestra historia se sigue escribiendo gracias a todos lo que forman parte de ella: nuestra familia, nuestro equipo de constructores y colaboradores, nuestros amigos, nuestras mascotas, nuestra comunidad y sobre todo nuestros huéspedes y visitantes.
Pd.: Si te gustaría ver más fotos del proceso del PICNIC, escríbelo en los comentarios (acá, o en redes sociales). Y si quieres reservar, entra a www.picnic-atitlan.com.